Anatomía de hormigas: las antenas


Fig. 1.  Antenas de un ejemplar de Tetramorium semilaeve


Los órganos quizás más importante de las hormigas son las antenas. En ellas residen varios de los sentidos necesarios para su relación con el medio que las rodea. Se aúnan los sentidos del olfato, gusto y tacto e incluso parece ser que del oído. Están repletos de pelillos sensoriales denominados sensilias que detallaremos más tarde.

Existen muchas especies que aún siendo ciegas, desarrollan una gran actividad cazadora incluso en la superficie, y esto es gracias a sus antenas.

Los himenópteros, como la familia formicidae (hormigas), se diferencian de otros órdenes de insectos por tener la antenas articuladas a la mitad de su longitud más o menos, siendo este un carácter diagnóstico a la hora de saber si nos hallamos ante una hormiga.

Ahora vamos a conocer sus partes más importantes:

Fig. 2.  Partes de la antena de un ejemplar de Tetramorium semilaeve. Bc- bulbo condilar,  Es- escapo, Fu- funículo, Pe- pedicelo, Ar- artejos, Ma- maza antenal, Sa- segmento apical.


Las antenas de las hormigas están segmentadas. El primer segmento, el más largo, es el denominado escapo (Es) en cuya base se encuentra una estructura esférica llamada bulbo condilar (Bc) que gira en torno a un esclerito circular denominado torulus (To), de forma que conjuntamente forman como una perfecta rótula que permite el movimiento de las antenas. El bulbo condilar se une al escapo mediante un cuello corto, curvo o recto y se inserta en la cabeza (fig. 3) en una zona denominada fosa antenal (Fa)

Fig. 3.  Detalle de la inserción de la antena en un ejemplar de Camponotus barbaricus.
Es- EscapoBc- bulbo condilar, To- Torulus, Fa- fosa antenal.

La siguiente parte de la antena es el funículo (Fu) que está formado por una serie de segmentos o artejos (Ar) cuyo número y disposición es de un gran interés taxonómico, variando su número junto al escapo de 4 a 13 según la especie. El primer artejo del funículo se denomina pedicelo (Pe) y el último artejo en el extremo de la antena segmento apical (Sa), y en él se encuentran la mayoría de las sensilias.
A veces los últimos segmentos de la antena están engrosados y su conjunto se denomina maza antenal (Ma) que también es de relevancia para la taxonomía (fig. 2 y 4). El conjunto de los artejos a partir del pedicelo se denomina flagelo.

Fig. 4.  Algunos tipos de mazas antenales. A- antena sin maza antenal apreciable,
B- antena con maza antenal de 3 artejos, C- Antena con maza antenal de 4 artejos.


Como antes comentaba, las antenas de los insectos, y en concreto de las hormigas, están repletas de estructuras sensoriales llamadas sensilias que utilizan para detectar señales químicas y mecánicas, cambios en temperatura, humedad, niveles de CO2 y también al parecer para la comunicación auditiva. En estas estructuras se encuentran neuronas sensoriales que actúan como receptores de las señales.
Se sabe muy poco sobre la variación en número, tamaño y estructura de las sensilias en la familia Formicidae.

Las más importantes son (fig. 5):
  • Sensilias tricoideas y tricoideas curvadas (T y TC) parece que responden a una amplia gama de compuestos orgánicos.
  • Sensilias basicónicas (B) son gruesas perpendiculares a la superficie de la antena y emparejadas con las sensilias caéticas. Se consideran sensilias olfativas.
  • Sensilias caéticas (C) son rectas y probablemente sean receptores quimiosensoriales y mecanosensoriales capaces de detectar vibraciones o de contacto.
  • Sensilias internas que se observan como poros cuticulares sobre la superficie de la antena (P) estas son las sensilias ampuláceas que probablemente sean receptores de temperatura, humedad o dióxido de carbono y las sensilias coelocónicas cuya función puede ser olfativa.

Fig. 5. Tipos de sensilias en el segmento apical de una antena de Messor barbarus.



 REFERENCIAS:

Hormigas amarillas

https://hormigasamarillas.blogspot.com/2011/09/anatomia-de-las-hormigas-1-principios.html


Fernández F. (ed.). 2003.
Introducción a las Hormigas de la región Neotropical. Instituto de Investigación de Recursos
Biológicos Alexander von Humboldt, Bogotá, Colombia. XXVI + 398 p.